29 de abril de 2014

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11 de abril de 2014

NO TODO ES CUESTIÓN DE VOLUNTAD

Cuántos de nosotros no hemos empezado con mucha fuerza y determinación una dieta para perder peso, o nos hemos trazado como meta sacar una nota sobresaliente en una asignatura, o romper con un hábito de vida que sentimos nos está llevando por la calle de la amargura, como por ejemplo, el más común, dejar de fumar o metiéndonos en aguas más profundas, romper con la terrible necesidad de sentir la aprobación de los demás en todo lo que hacemos. Estoy segura de que más de uno ha dicho: ¡YOOOO!, incluyéndome por supuesto, y seguramente, como nos ocurre a la inmensa mayoría, sentimos que por más fuerza de voluntad que le hemos puesto, a mitad de camino hemos perdido parte de la motivación para al final terminar con un profundo sentimiento de frustración y culpabilidad, castigándonos sin piedad con el látigo de nuestro juez interior.
Es indudable que todo acto que deseemos emprender para cambiar un hábito o para lograr un objetivo, debe venir acompañado de un fuerte deseo por lograrlo, lo cual redundará en una mayor fuerza de voluntad para mantenernos apegados al plan inicial. Así que el primer paso antes de establecer las metas es preguntarte a ti mismo si realmente deseas y anhelas ver ese cambio manifestado en tu vida. Después, revisar si tus creencias te servirán de apalancamiento o si por el contrario te están diciendo que NO puedes, aun antes de comenzar.
Si bien sabemos que somos seres holísticos (cuerpo, mente y espíritu), en este punto debemos hacer hincapié en el cuerpo, la parte física. Nuestro cerebro es una complicada red de células nerviosas, llamadas neuronas, las cuales se conectan entre sí para intercambiar información, formando complejas mini-redes que se encienden o apagan de acuerdo al estímulo que reciben del exterior o según las directrices brindadas por nuestro mapa de creencias.
Cada vez que repetimos un comportamiento, del cual se desprende una emoción, estamos reforzando estas mini-redes, las cuales con el transcurrir del tiempo, van moldeando nuestra identidad y terminamos identificándonos con estas emociones y conexiones, aun sin desearlo, pues es un acto totalmente inconsciente. Por otro lado, nuestro cerebro es un laboratorio  sumamente complejo, donde constantemente se están produciendo cientos de sustancias químicas, las cuales están asociadas a las diferentes emociones que experimentamos: alegría, tristeza, ira, frustración, amor, odio, etc. Esto hace que cuanto más repitamos un comportamiento o hábito, más se verá afectada la química de nuestro cerebro por este, lo que hará que nuestro cuerpo se vuelva más y más dependiente de esta emoción o sentimiento para “subsistir” sin importar si esta emoción es “negativa” o “positiva”. Se podría decir entonces que nuestras emociones son productos químicos elaborados por nuestro organismo (científicamente llamados neuropéptidos) en respuesta a determinados estímulos y estas sustancias químicas recorren nuestro cuerpo y se unen a las células, marcándole como una especie de pauta a nuestro cerebro que le avisa cuando no están satisfechas estas necesidades químicas en nuestro cuerpo.
Es por esta razón que muchas veces, buscando revivir la emoción, repetimos el mismo comportamiento una y otra vez, aunque sepamos de antemano que el resultado puede no ser satisfactorio o que incluso venga acompañado de una gran carga de culpabilidad por no ser lo suficientemente fuertes para resistirnos a la tentación de prender ese último cigarrillo, o de comernos ese último pedacito de torta, o de soltar lo primero que nos cruza por la cabeza cuando sentimos que alguien está interfiriendo en nuestros asuntos.  Lo hacemos siguiendo el impulso de nuestro cerebro, el cual tiene como objetivo mantener el suministro constante de las sustancias químicas que nuestro cuerpo necesita para sentirse bien. Es aquí donde nos volvemos adictos. Adictos a la comida, a los juegos de azar, al cigarrillo, al sexo, a las drogas, etc., y de igual manera, adictos a las emociones. Entonces vemos personas a quienes no les importa arriesgar su vida con tal de sentir una descarga de adrenalina, o las que se regocijan y disfrutan el conflicto porque su cuerpo se lo pide y entonces de cualquier cosa hacen una polémica, o las que necesitan constantemente la aprobación de los demás y por ende buscan ser perfectas en todo, privándose de intentar cosas nuevas por el temor a “no ser la mejor”.
Quiere decir esto que la clave para lograr deshacernos de esos comportamientos que solo nos generan frustración y/o culpa es deshacer las mini-redes neuronales que nos mantienen atados a nuestras emociones adictivas. Para lograrlo no es suficiente el deseo y la fuerza de voluntad; es necesario encontrar la causa raíz de nuestra adicción, hacernos conscientes de cuál es el detonante que hace que nos comportemos de determinada manera. Por lo tanto, si quieres ver un cambio definitivo en tu vida y no seguir sintiéndote culpable por tu falta de voluntad, te invito a que inicies un proceso de indagación que te permita conectarte con lo más profundo de tu inconsciente en busca de las respuestas, en busca de esos mensajes y sentimientos que forman parte de tu memoria celular.
El hecho de que nuestros pensamientos y emociones son energía, que todo en nosotros es energía, incluyendo nuestro cuerpo, en mayor o menor grado de densidad, nos lleva a la conclusión de que para cambiar patrones de conductas y hábitos, debemos liberar la energía asociada a las imágenes mentales y recuerdos negativos que subyacen detrás de estos.  Esto quiere decir vaciar nuestro inconsciente para luego “cambiar su configuración” y poder colocar información nueva en él. Información que nos sea útil para lograr las metas que nos hemos trazado. No podemos llenar una copa que ya está llena, hay que vaciarla primero para poder verter agua nueva y fresca en ella. 

4 de abril de 2014

EL MIEDO… ¡TU MEJOR ALIADO!

Tengo un par de amigas con las cuales me encanta reunirme porque cuando lo hacemos nuestras conversaciones no suelen ser nada triviales. Yo diría que son casi terapéuticas, porque no solo nos ponemos al día sobre lo que acontece en la vida de cada una, sino que también hablamos de aquello que sabemos que está allí haciéndonos la vida de cuadritos, pero que no sabemos cómo darle punto final y muchas veces escuchando a otros hallamos nuestras propias respuestas.
Fue en una de estas tertulias que una de ellas narró su más reciente encuentro con el miedo y cómo logró superarlo haciendo uso de su sabiduría interna. Mi amiga contaba que después de tanto pedirle al universo que la ayudara a conectarse con su propósito de vida y habiéndolo conseguido, no entendía por qué en muchas ocasiones sentía un pánico que la paralizaba cuando pensaba en alguna de las tareas que tendría que ejecutar para materializar este propósito. ¿Por qué siento este vacío en el estómago cada vez que pienso en lo que tengo que hacer?, se preguntaba mi amiga, ¿por qué aun sabiendo que debo hacerlo por mi bien, que sé que es algo que traerá cambios positivos a mi vida me perturba tanto la idea?. Cuenta ella que llegaba hasta el punto de querer salir corriendo y dejar todo así, perdiéndose quizás una gran oportunidad en su vida.
Ella sabía que lo que estaba sintiendo no era falta de voluntad, sino un miedo enorme, casi pánico, pero no sabía cómo deshacerse de él. Así que optó por pedir asistencia divina y le pidió a su Ser que la guiara para encontrar las respuestas.
Dicho esto retomó la lectura de un libro que tenía días leyendo y de repente hubo una frase que le tocó tan pero tan profundo, que no pudo contener el llanto. Se dio cuenta de que en esa frase estaba la respuesta que estaba buscando y por supuesto no dudó en aprovechar ese momento para dejar aflorar toda las emociones y sensaciones que llegaban a ella, sin calificarlas, sin juzgarlas, sin analizarlas…solo sintiendo.
Pasado un tiempo y después de sacar todo ese dolor que tenía reprimido, dice que sintió una calma y paz en su corazón y que de pronto dejó de sentir miedo y angustia al pensar en todas esas tareas que necesitaba emprender,  pero que su cerebro se negaba rotundamente a ejecutar y como por arte de magia las ideas comenzaron a fluir en su mente, con tanta claridad que no dejaba de sentir asombro y a la vez un profundo agradecimiento con Dios por haberla guiado en esta búsqueda.
Mi amiga no sabe de dónde provenía este miedo, ni en qué momento se instaló, ni por qué, y creo que eso no importa mucho. Lo que quiero que rescatemos de esta historia es que si permanecemos lo suficientemente conscientes y atentos a las palabras que salen de nuestra boca, a las emociones que estamos manifestando en un momento dado a través de nuestro cuerpo, podremos reconocer cuándo es el miedo el que habla y actúa a través de nosotros, en esos momentos en que la vida nos pide que actuemos y no sabemos cómo.
¿Cómo saber cuándo es el miedo el que está controlando la situación?
Cada vez que nos resistimos a hacer algo, a aceptar una opinión o un punto de vista diferente al nuestro, a soltar los apegos hacia algo, hacia alguien o hacia nuestros pensamientos, aun sabiendo que alguno de estos puede ser la causa de nuestro sufrimiento, cuando nos sentimos deprimidos, ansiosos…ahí están hablando nuestros miedos. Hacernos conscientes de ellos es el arma de transformación más poderosa que tenemos y la vía más expedita para conectarnos con la felicidad. La clave está en:
  1.  Reconocerlo cuando aparece y aceptar que está allí. Puedes hablar con tu ego y decirle algo como: “Está bien, reconozco que tengo miedo, lo acepto, es normal, pero elijo aquí y ahora dejar que mis miedos salgan a la luz, que se descubran ante mis sentidos”. Cuando haces esta declaración en voz alta, estás permitiendo que tu mente suelte el control y dejando que tu Ser te traiga la respuesta, la cual puede llegar por cualquier vía, por ejemplo a mi amiga le llegó a través de la lectura, así que tienes que permanecer atento y abierto a la experiencia.
  2. Analizarlos y cuestionar su validez. Piensa que este miedo ya no tiene ninguna razón de ser porque la situación de peligro que en algún momento enfrentaste, ya no existe, es solo una manipulación de tu mente inconsciente  para “protegerte del dolor”. Cuando el miedo o cualquier sensación de incomodidad aparezca, pregúntate: ¿Qué propósito tiene esto que estoy sintiendo?, e inmediatamente estarás expandiendo tu nivel de consciencia.
  3. Llegado el momento, como en el relato de mi amiga, déjalo que fluya y enfréntalo. No reprimas la emoción. Al principio te puede producir algo de angustia, pero eso es parte del proceso, a medida que vayas adquiriendo confianza en ti, el miedo se irá desvaneciendo. Así que cada vez que la vida te dé la oportunidad para enfrentarlo, no lo dudes, ¡tómala! Por ejemplo, si tu miedo es hablar en público, habla, si tienes miedo a volar en un avión, pues vuela.

Recuerda que toda emoción “negativa” puede ser transformada en una de mayor vibración. Por lo tanto nuestros miedos pueden ser nuestros mejores aliados. Deja que sean la chispa que encienda ese proceso de transformación y crecimiento que durante mucho tiempo has estado posponiendo y que la vida de vez en cuando se empeña en recordártelo, cada vez que el dolor aparece. Acéptalo, obsérvalo, escucha lo que te dice y pregúntate... ¿Por cuánto tiempo más estoy dispuesto a dejar que este miedo me detenga?
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28 de febrero de 2014

LAS 4 CLAVES PARA SUPERAR LA DEPRESIÓN

La depresión es un trastorno del ánimo resultado de un desequilibrio químico en nuestro cerebro, pero a fin de lograr superarla más allá del alivio de los síntomas no podemos obviar que también es un trastorno psicosomático que se ha originado como producto de una emoción o vivencia muy intensa, la cual en su momento no supimos cómo procesar, almacenándose en algún lugar de nuestra mente inconsciente. Con el correr del tiempo, como la vida es muy sabia, tarde temprano nos regalará las experiencias y las circunstancias que necesitemos para que sanemos todo ese dolor que yace muy dentro de nosotros. Puede ser a través de una ruptura amorosa, una pérdida económica o algo que simplemente no salió como esperábamos y entonces se desencadena la depresión.
En un post anterior, los invitaba a reflexionar sobre el hecho de que una vez que sabemos que estamos deprimidos, que lo nuestro no es una tristeza pasajera, a pesar de nuestra apatía y poca voluntad, síntomas propios de la depresión…no debemos permitir que estos se apoderen de nosotros y por lo tanto debemos pasar a la acción.
Como menciono en mi libro SANAR ES UNA ELECCIÓN, para superar la depresión hay que aprender a ver más allá del síntoma: “porque lo que se enferma no es el cuerpo, es el alma, el cuerpo solo nos está mostrando los síntomas para que emprendamos una acción”, invitándonos a sanar ese dolor que por mucho tiempo ha estado almacenado en el inconsciente.
No existe fórmula mágica para superar la depresión, pero producto de mi experiencia por más de diez años padeciéndola, y habiéndola ya superado, quiero compartir contigo los cuatro aspectos claves que debes tener en consideración para lograr tu propósito:
1.      Descartar cualquier otra patología que pueda confundirse con un trastorno depresivo o que pueda estar originando la depresión. En el caso de las mujeres, hay desordenes hormonales que pueden estarse enmascarando detrás de tu apatía y poca fuerza de voluntad, como por ejemplo: alteraciones en la tiroides, prolactina alta, lo cual muchas veces tiene que ver con la depresión postparto, por citar algunas.
2.      Buscar ayuda médica, es decir acudir al especialista indicado, en este caso un psiquiatra, para que te recete el tratamiento más apropiado a tu caso. En este punto es importante que no te automediques, porque la medicina que le resultó a tu amigo no necesariamente será buena para ti. Ni tampoco porque vimos una publicidad donde anuncian que tal pastilla es buena para aliviar los síntomas de la depresión, vamos a correr a la farmacia más cercana a comprarla. Recuerda que estamos hablando de un desorden químico del cerebro y cualquier dosis que no sea la requerida por tu organismo, puede desencadenar un alud de efectos secundarios que no te puedes ni imaginar, haciendo muy válido el dicho de “que fue peor el remedio que la enfermedad”…y créeme, no querrás pasar por algo así.
3.  Iniciar un proceso de indagación acompañado de un psicoterapeuta, a veces el mismo psiquiatra ejerce este rol. Este profesional te ayudará a conseguir el origen de tus síntomas. Recuerda que la clave está en sanar ese dolor que se alojó en tu mente inconsciente y que ahora está saliendo a la luz, convertido en depresión. En esta fase también puedes ayudarte mucho con lecturas orientadas hacia el desarrollo personal y espiritual, esto hace que tu cerebro se abra a nuevos conocimientos, permitiendo que tu mente se expanda y te ayude a sanar al descubrir que sí hay vías para dejar atrás el sufrimiento. También con esto le estás dando una señal clara a tu inconsciente de que quieres sanar y él por sí mismo comenzará a darte las respuestas.
En este punto te pido que no desistas. Aunque al principio te pueda parecer que no estás avanzando mucho, ten paciencia, estos asuntos de la mente no sanan de la noche la mañana. Lo importante de la terapia es que te permite exteriorizar todos esos sentimientos que tienes contenidos desde hace mucho tiempo. Cuando haces esto es como una especie de liberación, como quitarle el corcho a una botella de champagne. En algunos momentos podrás sentir que tu mente va a estallar, quizá te pongas ansioso, también te puede comenzar a doler la cabeza, y muchas otras manifestaciones, pero calma, esto es parte del proceso… ¡por favor no  huyas!
4.   La clave más importante aunque la haya dejado para el final es lograr en ti un cambio de actitud ante la vida, lo cual debe ir en paralelo con el tratamiento médico y la psicoterapia. Esto es lo que llamo en mi libro: “Principios para el Buen Vivir”. Porque la idea es descifrar el mensaje de nuestra alma, y desde allí sumergirnos en un verdadero proceso de sanación, que permita que nuestra estabilidad física y emocional no dependa de nuestro entorno, sino de nuestra capacidad de aceptación y resiliencia ante cada circunstancia que se nos presenta, por muy dolorosa que esta pueda ser.

Esto te hará una persona mucho más fuerte emocional y espiritualmente hablando, y de esta manera es poco probable que la depresión vuelva a apoderarse de ti, porque habrás aprendido a reconocerla y a neutralizarla en el momento en que llegue y te aseguro que más nunca dependerás de un medicamento, ni de ninguna otra droga, para sentirte mejor y mucho menos para ser feliz.

21 de febrero de 2014

SÉ EL VERDADERO ALQUIMISTA DE TU VIDA – PARTE I


Hay temas que se ponen de moda a pesar de que son tan antiguos y reales como la existencia de la vida en el planeta. Pasa con la Ley de Atracción, de la cual se ha  hablado mucho en los últimos tiempos, pero resulta que además de esta famosa ley, existen otras tan o más importantes que ella y de las que poco se habla. Son principios universales que usándolos a nuestro favor permiten potenciar esta ley y llenar nuestra vida de armonía en todos los aspectos.

Me refiero a los principios de Polaridad y del Ritmo los cuales están basados igualmente en el hecho de que todo en el universo es mente, que somos energía pura y que nuestros pensamientos, emociones, deseos o cualquier otro estado mental, va acompañado de vibraciones, las cuales emanamos al exterior, atrayendo hacia nosotros aquello que vibra en nuestra misma frecuencia.

No pretendo aquí dar una clase magistral sobre las leyes y/o principios universales, pero sí quisiera despertar en Uds., quienes me leen, la curiosidad por las mismas, ya que al conocerlas podemos potenciarlas entre sí y atraer a nuestra vida lo que realmente queremos, con menos lucha.

Los antiguos sabios plantearon que es imposible escapar de los efectos de estas leyes. De aquí que considero muy importante que las conozcamos, pues ellas son como la gravedad: no la podemos ver, pero sabemos que existe, e ignorarla sería totalmente absurdo porque además nos afecta a diario, especialmente a nuestro cuerpo, y si no que lo digamos las mujeres que sufrimos sus indeseables efectos con el paso del tiempo.

En este post hablaré primero sobre el principio de Polaridad, el cual dice así:

Todo es doble. Todo tiene dos polos. Todo tiene su par opuesto. Los semejantes y los antagónicos son los mismos, los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado. Los extremos se tocan. Todas las verdades son semiverdades. Todas las paradojas pueden reconciliarse.

En pocas palabras, en el universo todo coexiste en perfecta armonía, todas las polaridades son válidas, no hay opciones malas o buenas, bonitas o feas, ya que el universo es un todo y cada una de estas polaridades forman la unidad. Por ende, si alguna de ellas faltase, el todo no estaría completo.

Los maestros también afirmaban que todo par de opuestos puede conciliarse, por tanto el amor y el odio son lo mismo. La luz y la oscuridad son polos de la misma cosa, con muchos grados entre ambos. El valor y el miedo quedan también bajo la misma regla.

Este hecho permite afirmar que podemos transmutar, es decir, pasar de un estado mental a otro. El término transmutar se aplica al antiguo arte de transformar los metales de poco valor, en oro; significa convertir algo en otra cosa que es de una naturaleza superior, esto era lo que hacían los alquimistas: transmutar y purificar las sustancias materiales, cambiando su carácter, exaltando sus cualidades, para llevarlas así a un estado más avanzado de evolución. En el plano espiritual los grandes sabios afirmaban que se puede cambiar la naturaleza humana en naturaleza divina. La transmutación, tanto física como espiritual, es consecuencia de la elevación de las vibraciones.

Ahora bien si unimos todo este conocimiento, quiere decir que podemos transformar nuestros estados de ánimo, pensamientos y emociones en otros de valor superior. En el caso de los trastornos del ánimo, y así lo planteo en mi libro “Sanar es unaElección”, no se trata de eliminar el síntoma, sino de transmutar la depresión y la ansiedad, mediante la reconciliación con nuestra sombra (todos aquellos atributos o cualidades que negamos, pero que igual forman parte de nosotros porque somos una unidad).

Podemos concluir también que el odio y el amor son recíprocamente transmutables, por eso es muy sabio aquel viejo refrán que dice que “del amor al odio no hay más que un paso”.  Todas las emociones tienen sus polos opuestos a través de los cuales es posible la transmutación. Por lo tanto todos podemos ser alquimistas al elegir modificar una emoción “negativa” (más densa) hacia una “positiva” (menos densa), elevando las vibraciones, cambiando su polaridad y convirtiéndonos así en dueños de nuestro pensamiento, en lugar de ser su esclavo, atrayendo a nuestra vida todo aquello cuanto queremos y que vibra en nuestra misma frecuencia. ¡Lo semejante atrae lo semejante!
 
Si tenemos una mente polarizada, dificilmente aprovecharamos las fuerzas de la intención para nosotros - Wayne Dyer

16 de febrero de 2014

CÓMO MANEJAR LAS EMOCIONES Y EVITAR EL SUFRIMIENTO


Hay palabras que a uno le hacen click, vibran con uno, y existen otras que por el contrario, te producen ruido al escucharlas o leerlas.  Esto último me ocurre con el tema de “controlar las emociones” como manera de erradicar el sufrimiento de nuestra vida. A mí particularmente no me gusta mucho utilizar el término controlar, cuando a emociones se refiere, porque para mí implica perdernos la oportunidad de aprendizaje y desarrollo emocional que una determinada circunstancia o vivencia nos pueda estar regalando.

Dejar de sufrir no significa que dejemos de sentir dolor o que pretendamos que este no exista. Por el contrario, cuanto más nos empeñemos en negarlo más sufrimiento se genera en nosotros.

¿Implica esto que si alguien o algo me hieren, no puedo o no debo sentirme herido(a)?

No se trata de negar la emoción, se trata de trabajar con el hecho de “sentirse herido” que es algo muy diferente y que es lo que realmente conlleva al sufrimiento. Si nos damos el permiso de experimentar plenamente las sensaciones y el pensamiento, entonces el “sentirse herido”, ese dolor totalmente humano y muchas veces irracional, o esa tristeza profunda que sentimos en ese momento… ¡se esfumará!

Cuando un pensamiento de rabia llega a nuestra mente es casi imposible decir sencillamente: “voy a deshacerme de él”, “no quiero sentir apego por este dolor”…así no funciona. De esta manera quizás estarás creando un “monstruo” al cual tu ego se encargará de alimentar y lo más probable es que todo ese dolor, toda esa rabia, aflore en algún momento de tu vida, quizás manifestándose en forma de enfermedad.

Podemos llorar, podemos sentir rabia y también miedo, son emociones totalmente humanas. Pero hay una diferencia entre llorar solamente y dramatizar la tristeza o el temor o la ira. Entendiendo por dramatizar el agregarle calificativos, magnificar el dolor y, por supuesto, actuar desde el papel de víctimas que a nuestro ego le encanta. Por lo tanto la clave para deshacernos del dolorPodemos llorar, podemos sentir rabia y también miedo, son emociones totalmente humanas. Pero hay una diferencia entre llorar solamente y dramatizar la tristeza o el temor o la ira. Por lo tanto la clave para deshacernos del dolor es reconocer que algo nos ha herido, pero no engancharnos en el drama, porque cuando dramatizamos nuestras emociones, sencillamente lo que estamos haciendo es enmascararlas y generar más dolor en el tiempo.Podemos llorar, podemos sentir rabia y también miedo, son emociones totalmente humanas. Pero hay una diferencia entre llorar solamente y dramatizar la tristeza o el temor o la ira. Por lo tanto la clave para deshacernos del dolor es reconocer que algo nos ha herido, pero no engancharnos en el drama, porque cuando dramatizamos nuestras emociones, sencillamente lo que estamos haciendo es enmascararlas y generar más dolor en el tiempo., es reconocer que algo nos ha herido, pero no engancharnos en el drama, porque cuando dramatizamos nuestras emociones, sencillamente lo que estamos haciendo es enmascararlas y generar más dolor.

A continuación algunas claves que te pueden servir para manejar adecuadamente tus respuestas emocionales justo en la situación y el momento en que se dispara la reacción:

1.     Tómate tu tiempo para desprenderte de la situación que te está causando dolor. Haz una pausa para que te puedas calmar y no actúes por impulso. Respira profundo, cuenta hasta diez antes de actuar y si tienes que llegar a 20… ¡vale también!

2.     Apártate de las personas con las que te sientes disgustado, decepcionado o triste, hasta que tu frustración o tu dolor haya disminuido, así evitarás quedarte enganchado en la situación. Pero recuerda: sin dramatizar, sin buscar culpables.

3.     Cuando te hayas relajado, expresa tus emociones de forma tranquila. Incluso establece un diálogo contigo mismo tratando de indagar hacia atrás qué te hizo reaccionar de determinada manera y por qué. Esto puede ser muy beneficioso.

4.     Una buena sesión de ejercicio o de yoga, una caminata, pueden ser de gran ayuda para canalizar tus emociones y liberar toda esa energía.

5.     En lugar de concentrarte en el problema, piensa en las soluciones que le puedes dar. Activa tu lado creativo y ponte en acción para hallar una salida o una nueva forma de manejar la situación.

“Cuando surja la emoción, no le tengas miedo, no la rechaces ni la ignores. Siéntela, identifícala, pero no permitas que se adueñe de ti. En el momento que haces esto, ya te has hecho consciente. La emoción seguirá ahí, pero ya no te puede controlar”. SANAR ES UNA ELECCIÓN, Pág. 53


 

8 de febrero de 2014

LA ANSIEDAD… ¿TIENE CURA?


Hace poco alguien me comentaba que le costaba creer que yo había padecido alguna de vez de ansiedad y depresión y que por lo tanto para mí era muy fácil dar consejos acerca de cómo salir victorioso de estos trastornos del ánimo sin depender de los medicamentos. Su comentario no me hirió porque comprendía el origen de su escepticismo. Sé que cuando nos sentimos presos de cualquier enfermedad, es difícil creer que pueda existir una vía de escape desde nuestra dura realidad hacia un mundo mejor.  

Entiendo perfectamente lo que es ser ansioso y estar deprimido; lo viví intensamente durante diez años de mi vida, pero fue a partir del momento en que concienticé que los medicamentos me ayudaban, pero no me estaban sanando, que comencé a buscar el origen de mi ansiedad y decidí enfrentar mis miedos. Fue esa la clave para mi proceso de sanación aunque el camino en algunos momentos ha sido doloroso porque, seamos claros, enfrentar nuestros miedos no es nada fácil, es más cómodo tomarse una pastillita; se requiere de mucho valor y compromiso para no abandonar a mitad de camino. Es este deseo profundo y genuino de sanar y de cambiar el que te sirve de impulso y de guía para buscar y aceptar  la ayuda necesaria y hacer en tu vida los cambios que tengas que hacer.

Entonces no importa cuál sea tu grado de ansiedad: moderado o intenso, incluso hasta llegar a crisis de pánico; lo importante es que busques su origen, desde el amor, no desde la culpa, ni desde la rabia porque ese miedo que hoy se traduce en ansiedad, se produjo porque pasaste por  situaciones en alguna etapa de tu vida que te resultaron muy traumáticas porque no tenías las herramientas para enfrentarlas.  Pero ya no eres la niña o el niño obeso del colegio, ni el malo para los deportes, ni el defensor de tu madre frente a los ataques de tu padre ebrio, tampoco el chico al que uno de sus padres “abandonó”. Sin embargo, estas cosas de la vida, que quizás ahora de adulto te parecen triviales o distantes, e incluso hasta las olvidaste, están condicionando una respuesta de tu mente que no aplica en este momento y por eso cada vez que te enfrentas a una situación que revive de manera inconsciente el peligro que viviste en el pasado, tu cuerpo lo siente, despierta la emoción y aparece la ansiedad aunque el miedo ya no existe porque la amenaza no es real.

Cuando estamos ansiosos son muchas las reacciones que se suceden en nuestro cuerpo, desde una simple sudoración, hasta taquicardias, dolores de cabeza, subidas o bajadas de la presión sanguínea, por hablar de las más comunes. Pero lo cierto es que cualquier síntoma es posible porque nuestro cuerpo en ese momento está secretando una cantidad de sustancias químicas, buscando lidiar con ese miedo que probablemente ya ni exista, pero que está ahí, alojado en nuestro inconsciente.

Esto por supuesto nos inflige dolor, deteriora nuestra salud y nos mantiene en un estado de estrés que no permite que disfrutemos de las cosas simples y hermosas de la vida. Si no tenemos el valor de enfrentar nuestros miedos, comprendiendo qué desata nuestra ansiedad, seguiremos siendo nuestras propias víctimas. Podrás encontrar alivio temporal en los fármacos, pero esta no será una solución definitiva y por lo tanto siempre serás vulnerable a tener una recaída en el preciso momento en que tu mente inconsciente vuelva a interpretar una situación como peligro.

Ten presente que toda circunstancia que llega a nuestra vida es una increíble oportunidad para fortalecer nuestro espíritu y liberarnos de las ataduras a las que nuestro ego nos tiene sometidos, transformándonos en ese ser de luz que todos somos.

“Todo se muestra cuando queda expuesto a la luz, y lo que queda expuesto a la luz se convierte en luz” – Eckhart Tolle


Te invito a que compartas este artículo, así habrá menos personas desinformadas acerca de este tema que afecta a muchos y que la inmensa mayoría no sabe por dónde comenzar para curarse o peor aún, creen que están condenados a vivir siendo ansiosos para toda su vida. ¡Gracias!

1 de febrero de 2014

¿POR QUÉ FALLAMOS EN LOGRAR NUESTROS PROPÓSITOS?


La llegada de un nuevo año nos excita y hace que nos invada un profundo y genuino deseo de mejorar nuestras vidas. Con esa carga de energía y ganas de lograr mil cosas hacemos una lista inmensa de resoluciones y/o propósitos, los cuales vamos aplazando en el camino o, en el peor de los casos, tiramos al olvido una vez que pasa la euforia y la alegría por las fiestas. Por lo tanto nuestros deseos se quedan solo en eso, en deseos y en buenas intenciones y se escurren entre los quehaceres de la casa, las responsabilidades con la familia, los deberes en el trabajo, las reuniones de la escuela, etc. Así llegamos nuevamente a final de año y enfrentamos la dura realidad de que muchas de las cosas que nos propusimos como metas  no pudimos lograrlas.
Pero antes de que corras a tenderte en el sofá y echarte a llorar, sintiéndote el peor ser humano del mundo, es importante que entiendas cómo funciona nuestro cerebro.
Del logro de nuestra metas y de muchas otras cosas más como trazar planes, analizar información, sacar conclusiones, tomar decisiones, concentrarnos en una tarea determinada…de todo esto se ocupa la mente consciente, sin embargo esta parte de nuestra mente no está hecha para asumir tantas tareas a la vez, por eso cuando hacemos esa lista inmensa de resoluciones nuestra mente consciente se agota, se estresa y colapsa, llevándonos a abandonar la tarea.
Ni hablar de la cantidad de calificativos y juicios que nos hace creer nuestro ego acerca de nosotros mismos como: “No tienes fuerza de voluntad” o “no hiciste lo suficiente”, “eres un inútil”, y pare Ud. de contar…la lista puede ser interminable.
Es por esto que si quieres evitar la frustración a final de año y deseas de corazón ver en tu vida un cambio, debes dar un paso a la vez en la consecución de tus objetivos. Es decir, resulta mejor concentrarte en una sola meta y trazarte pequeñas tareas hasta obtener el resultado final. Por ejemplo, si tu deseo es bajar esos kilitos que tienes de más, en vez de fijarte una gran meta final de rebajar X cantidad de kilos en N cantidad de meses, mejor proponte rebajar un poco semanalmente y asume pequeños retos cada día como: “Hoy no voy a ingerir bebidas gaseosas” o tal vez, “hoy no voy a consumir postre después de almorzar”, o en vez de comerte una galleta como merienda, cómete una fruta, y así un nuevo reto cada día hasta alcanzar el resultado deseado. Verás cómo estas metas de corto plazo te brindan mayor satisfacción y fortalecen tu fuerza de voluntad. Además, te mantienes enfocado en el momento presente y sueltas el apego por los resultados y la preocupación por el futuro que tanto estrés y ansiedad te produce.
Otra cosa importante que debes saber es que los cambios de humor también afectan nuestra voluntad. Si tenemos como meta bajar de peso, pero permanecemos estresados todo el día, nuestro cerebro se olvidará de la gratificación que esto puede significar en un futuro y buscará la gratificación inmediata, olvidándose de  las metas a mediano y largo plazo y haciéndonos caer en la tentación de comernos ese trozo de pastel que se ve tan rico. Así que haz el esfuerzo por tomarte las cosas con más calma, concentrándote en la única actividad que puedes hacer en el único momento que tienes para hacerla: aquí y ahora.
Aprovecha ahora el impulso que de seguro aún traes por el inicio del año y escoge una meta de tu lista para trabajarla bajo este esquema. Es mejor sentir la satisfacción de haber logrado un objetivo, que hacer una lista y fracasar en todos.
“La victoria más dura es la victoria sobre uno mismo” – Cordelia Fine