La llegada de un nuevo año nos excita y hace que nos invada un profundo
y genuino deseo de mejorar nuestras vidas. Con esa carga de energía y ganas de lograr
mil cosas hacemos una lista inmensa de resoluciones y/o propósitos, los cuales
vamos aplazando en el camino o, en el peor de los casos, tiramos al olvido una
vez que pasa la euforia y la alegría por las fiestas. Por lo tanto nuestros
deseos se quedan solo en eso, en deseos y en buenas intenciones y se escurren entre
los quehaceres de la casa, las responsabilidades con la familia, los deberes en
el trabajo, las reuniones de la escuela, etc. Así llegamos nuevamente a final
de año y enfrentamos la dura realidad de que muchas de las cosas que nos
propusimos como metas no pudimos lograrlas.
Pero antes de que corras a tenderte en el sofá y echarte a llorar,
sintiéndote el peor ser humano del mundo, es importante que entiendas cómo funciona
nuestro cerebro.
Del logro de nuestra metas y de muchas otras cosas más como trazar
planes, analizar información, sacar conclusiones, tomar decisiones,
concentrarnos en una tarea determinada…de todo esto se ocupa la mente
consciente, sin embargo esta parte de nuestra mente no está hecha para asumir tantas
tareas a la vez, por eso cuando hacemos esa lista inmensa de resoluciones nuestra
mente consciente se agota, se estresa y colapsa, llevándonos a abandonar la
tarea.
Ni hablar de la cantidad de calificativos y juicios que
nos hace creer nuestro ego acerca de nosotros mismos como: “No tienes fuerza de voluntad” o “no hiciste lo suficiente”, “eres
un inútil”, y pare Ud. de contar…la lista puede ser interminable.
Es por esto que si quieres evitar la frustración a final de año y deseas
de corazón ver en tu vida un cambio, debes dar un paso a la vez en la
consecución de tus objetivos. Es decir, resulta mejor concentrarte en una sola
meta y trazarte pequeñas tareas hasta obtener el resultado final. Por ejemplo,
si tu deseo es bajar esos kilitos que tienes de más, en vez de fijarte una gran
meta final de rebajar X cantidad de kilos en N cantidad de meses, mejor
proponte rebajar un poco semanalmente y asume pequeños retos cada día como: “Hoy no voy a ingerir bebidas gaseosas”
o tal vez, “hoy no voy a consumir postre
después de almorzar”, o en vez de comerte una galleta como merienda, cómete una
fruta, y así un nuevo reto cada día hasta alcanzar el resultado deseado. Verás cómo
estas metas de corto plazo te brindan mayor satisfacción y fortalecen tu fuerza
de voluntad. Además, te mantienes enfocado en el momento presente y sueltas el
apego por los resultados y la preocupación por el futuro que tanto estrés y
ansiedad te produce.
Otra cosa importante que debes saber es que los cambios de humor también
afectan nuestra voluntad. Si tenemos como meta bajar de peso, pero permanecemos
estresados todo el día, nuestro cerebro se olvidará de la gratificación que
esto puede significar en un futuro y buscará la gratificación inmediata,
olvidándose de las metas a mediano y
largo plazo y haciéndonos caer en la tentación de comernos ese trozo de pastel
que se ve tan rico. Así que haz el esfuerzo por tomarte las cosas con más
calma, concentrándote en la única actividad que puedes hacer en el único
momento que tienes para hacerla: aquí y ahora.
Aprovecha ahora el impulso que de seguro aún traes por el inicio del año
y escoge una meta de tu lista para trabajarla bajo este esquema. Es mejor
sentir la satisfacción de haber logrado un objetivo, que hacer una lista y
fracasar en todos.
“La victoria más dura es la victoria sobre uno mismo” – Cordelia Fine

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