
A veces en el camino que recorremos diariamente para darle forma a esto que llamamos existencia se nos van presentando situaciones o eventos que generalmente etiquetamos como obstáculos, yo prefiero tomarlos como oportunidades. Aunque los consideráramos como obstáculos, frenos, inconvenientes, barreras o cualquier otro calificativo, si están allí es para que los superemos, saltándolos, atravesándolos o rodeándolos y también para que aprendamos de ellos. Lo que nunca debemos permitir es dejar que nos paralicen y nos obliguen a sentarnos a la orilla del camino viendo la vida pasar sin nosotros en ella. Esto pude vivirlo en mi reciente viaje a Dallas, Texas, donde fueron muchos los paradigmas y creencias que tuve que soltar, cosa que le agradezco a la vida, pues no todos los días se tiene la oportunidad de estar tan expuesto y aprender tanto, en tan poco tiempo. Realmente fue una experiencia que me marcó de manera positiva e hizo que renovara la fe en mí.
Mi aventura se inicia un mes antes, desde el momento
en que comencé a planear la actividad y el viaje con mi amiga Lisett Guevara.
El primer evento a superar fue conseguir los pasajes.
Antes de mi viaje a Dallas, quería pasar por Venezuela a ver a mi familia y
atender algunos asuntos personales. Realmente no pensé que esto me resultaría
tan difícil debido a la alta demanda que existía para viajar desde mi país
(Venezuela) a cualquier parte del mundo. No solo no estaba consiguiendo boletos
para las fechas que yo quería, sino que los costos eran bastante altos, las
opciones de itinerarios se agotaban con mucha rapidez y los precios parecían
aumentar cada cinco minutos. Tengo que admitir que estuve tentada a abandonar
mi idea de viajar a Dallas; sin embargo, mi esposo insistió en que lo hiciera,
que no me negara a esta experiencia y accedí a escucharlo…primera barrera
superada.
Una vez que tuve mis pasajes en la mano, venía la
segunda prueba… ¿Dónde me iba a alojar? Ya mencioné que este viaje lo haría con
mi amiga Lisett y sabía que ella ya estaba haciéndose cargo de esto pues cuenta
con un grupo de amigos bastante solidarios en esa ciudad. Sin embargo, no
dejaba de inquietarme el asunto, pues soy muy poco dada a quedarme en casa de
personas y en sitios que no conozco y para agregar más tensión al asunto,
cuando le preguntaba a mi amiga ella se reía y me decía: “Tranquila, donde nos agarre la noche…nunca falta alguien generoso que
se ofrezca a alojarnos”. Claro, yo sabía que ella estaba poniendo a prueba
mi confianza, así que me dije: “Bueno
Glenda, serán solo unas pocas noches, nada que no puedas resistir, ¡vamos,
atrévete a salir de tu zona de confort!, si no lo haces quizás te puedas perder de una experiencia fabulosa"…segunda
barrera superada.
Los días pasaron, hice mi primer trayecto desde Chile
hacia Venezuela y a los días realicé mi tan esperado viaje a Dallas, una ciudad
y un aeropuerto que no conocía y además estaba viajando sola, sin mi esposo. Siempre
me ha gustado viajar y antes de haber pasado por la depresión, viajar sola por
asuntos de trabajo a sitios que no conocía era bastante frecuente para mí y lo
disfrutaba, pero tenía mucho tiempo que no lo hacía, por lo tanto la idea me
inquietaba un poco. De nuevo me hice cargo de mis miedos y de mis pensamientos
y me dije: “Ya lo has hecho antes, así
que tienes las herramientas dentro de ti para superar cualquier obstáculo que
se te pueda presentar, además, preguntando se llega a Roma”…tercera barrera
superada.
Llegué a Dallas a media mañana y en el aeropuerto me
esperaba una amiga de la universidad, a la que tenía más de veinte años sin ver.
Sin embargo, gracias a Dios como lo semejante atrae lo semejante y cuando uno
está en armonía todo sale bien, mi reencuentro con ella fue bastante cálido y
muy agradable.
Como ella tenía que trabajar, me había preparado una
lista de sitios muy cercanos a su trabajo que podía visitar para que aprovechara
mi tarde. Muy agradecida con su gesto, pues hasta unos mapas me había
preparado, opté por ir a visitar el Museo del Sexto Piso, alusivo a la muerte
del presidente Kennedy, el cual quedaba aproximadamente a seis cuadras de
nuestro punto de encuentro. Al llegar a su sitio de trabajo, tratando de que no
se me olvidaran todas las indicaciones y
con mapa en la mano, me dispuse con mucho entusiasmo a iniciar mi aventura de
caminar por el downtown de Dallas, hacia el museo. Olvidé comentar que ese día llovía porque el
otoño estaba comenzando y yo no tomé la precaución de llevar ropa y zapatos
adecuados para enfrentar el mal tiempo que ese día arropaba a la ciudad.
Gracias a Dios, al menos llevé un paraguas y mi amiga, muy previsiva, me prestó
una fantástica chaqueta que me ayudó a no sentirme tan desprotegida. De pronto,
en medio de la calle el mal tiempo me hizo entrar en pánico, la lluvia
arreciaba y el viento no me permitía leer los mapas. A pesar de la chaqueta que
cargaba, de la cadera para abajo sentía mucho frío y tenía mis pies húmedos y
helados, casi como si anduviese descalza. De pronto mi mente se nubló y olvidé
gran parte de las indicaciones de mi amiga. Por unos minutos, parada en medio
de la acera, vacilé entre si seguir mi aventura o devolverme a su sitio de
trabajo y esperarla ahí sentada por cinco horas hasta que ella terminara.
Como esta última idea no me hacía mucha gracia,
nuevamente concienticé mis miedos y me dije:
“Oye, no todos los días se tiene la oportunidad de estar en Dallas y de estar
tan cerca de la historia, no permitas que el mal tiempo te impida disfrutar
este momento, seguramente después lo vas a lamentar”. Dicho esto, mi mente se aclaró, pude
ubicarme con el mapa e iniciar mi camino hacia el museo…cuarta barrera
superada.
Fue durante esta caminata que tomé consciencia de la
cantidad de eventos que se me habían presentado, de las trampas que mi ego me
había colocado para que no lograse mi objetivo, pero de las cuales yo me había
hecho consciente, logrando atajar a tiempo los pensamientos y no permitiendo
que el miedo se apoderara de mí. Debo decir que me sentí muy orgullosa de mi
misma y fue ahí donde reafirmé que definitivamente el secreto para ser feliz,
para disfrutar la vida, es mantener tu mente tan flexible como una pelota de
goma, la cual mientras más duro la lanzas contra el piso, más alto rebota.
Por supuesto, después de estas situaciones y con esta
actitud de total aceptación, el resto del viaje fue muy placentero, pude
mantener mi ego neutralizado por lo que cada experiencia la disfruté al máximo.
Ni hablar de las muestras de cariño que recibí de parte de mucha gente a la que
incluso apenas estaba conociendo y las vivencias tan enriquecedoras que la vida
me regaló y que me hicieron reflexionar sobre muchos aspectos de mi vida que
por supuesto les contaré en otra edición. Cuando mantenemos esta actitud ante
la vida y nos armonizamos con nosotros y con el entorno, son tan positivas las
vibraciones que emitimos al universo, que no hay forma ni manera de que las
cosas salgan mal.
Te invito a reflexionar entonces…cualesquiera sean las
circunstancias que en estos momentos estés viviendo, lo que realmente te va a
permitir que salgas airoso(a) de la experiencia es la actitud que decidas
adoptar ante estas. Si las ves como fracaso, castigo, decepción, obstáculo, ensañamiento de la vida o de Dios hacia ti, pues
eso serán, pero si te das el permiso de verlas como un cúmulo de vivencias que
han llegado a tu vida por algo y para algo, sin calificarlas como buenas o
malas, justas o injustas, feas o bonitas, te aseguro que te sentirás mejor
contigo mismo, la vida te volverá a sonreír y el universo no tardará en
recompensarte, entregándote aquello que tanto anhelas.
Te invito a que me dejes tus comentarios y si te ha
gustado este artículo compártelo con tus amigos, quizás a ellos también les
pueda resultar beneficioso.
me gusto mucho gracias por compartir
ResponderBorrarA ti por leerlo!!!
BorrarQue chevere! me encanto!
ResponderBorrarMe alegro que te haya gustado. Saludos
BorrarEn mi sincera opinion creo que realmente tuviste algun ataque de panico de vez en cuando y leve ansiedad por que si verdaderamente tuvieras los sintomas normales de una persona con un porcentaje medio de ansiedad ya te contesto que no iria a dallas ni a 20 kilometros al la rotonda y menos pararse en venezuela de camino a ver a nadie...ya solo el poder luchar contra esa minima agarofobia que te produce la ansiedad es un mundo para todos los que tenemos este problema y deberias saberlo..no se,,,perdona si soy critico ante tu esperiencia y tan solo doy mi humilde opinion...de todas formas agradecer que por lo menos cuentas la experiencia para dar animos y ver que se puede lograr,,,pero como te digo,,la mayoria de personas que sufrimos de este mal hay un muy bajo porcentaje que pueda curarse sencillamente.
ResponderBorrarGracias por tu comentario Miguel!!!
BorrarTe cuento que mi problema de ansiedad no fue nada leve, hubo un tiempo que no podia vivir, literalmente asi era, sin tomar ansioliticos. Llegue a tomar 6 dosis diarias de tafil de 0,5 mgs c/u, el medico me decía que no entendia como siquiera podia yo estar de pie, pues esa dosis era para estar tirada en una cama. Lo primero que tomaba al levantarme era esta pastilla pues sin ella sentia que ni siquiera podria afrontar mi dia. Si debo admitir que no sufri de ataques de panico severos, pero si me daban ahogos. Por eso entiendo perfectamente como te sientes y entiendo que creas que no es posible dejar de ser ansioso y/o deprimido. Te cuento tambien que yo nunca dejaré de ser ansiosa, es algo que está quizás bioquímicamente en mi, pero lo que si he aprendido es a no dejar que la ansiedad se apodere de mi, he aprendido a conocer mi cuerpo y se cuales son los detonantes que me pueden generar un ataque de ansiedad asi que simplemente los evito, me hago conscientes de mis miedos y no dejo que estos me dominen, cuido lo que como y lo principal, aprendi a vivir el momento presente. No es un proceso fácil pero te aseguro que con mucha disposicion, la ayuda de un buen terapeuta y algo de disciplina si se puede. Saludos!