Si eres una de las millones de personas que en el mundo
padecen o han padecido de depresión o alguien cercano a
ti ha pasado por ella, entenderás cuando te digo que la depresión puede ser
como estar al borde de un abismo. Pero estar al borde del abismo no es razón
para que caigas en él. Extraigo un párrafo de mi libro Sanar es una Elección para ilustrar esta idea y mostrarte que es posible salir de allí:
Imagina
que estás al borde de un precipicio y que miras hacia abajo, el temor a lo
desconocido y el vértigo invaden tu estómago. Sientes escalofríos por todo tu
cuerpo, tus manos sudan copiosamente, es como si el abismo te empujase hacia
él. Ahora imagina que, sin dar un solo paso, solamente girando sobre ti mismo,
logras colocarte de espalda al precipicio, ¿qué ves? Ya no hay riesgo, el
peligro se fue y tus temores con él, sientes como el sol te da en la cara,
respiras profundo, sientes la brisa del lugar, el olor de la naturaleza, ¡y lo
único que hiciste fue girar tu cuerpo! Si ahora das un paso hacia adelante, te
estarás alejando del abismo y por supuesto de la oscuridad que te mantenía
atrapado. Lo mismo ocurre con la depresión, si reflexionas sobre qué elementos
fueron necesarios para salir de la situación que te acabo de describir, te
darás cuenta de que principalmente fueron dos: ¡Decisión y acción!
Cuando estamos deprimidos, buscamos desesperadamente una
tabla de salvación, y muchas veces creemos que la única solución está en los
fármacos y/o drogas antidepresivas. Pero te tengo una noticia, los medicamentos ayudan, pero no
sanan. No importa cuántos médicos visites, ni cuántas pastillas tomes, si tu
sanación no empieza con un proceso de transformación de adentro hacia afuera,
si no haces la tarea para sanar, nunca verás un cambio definitivo y perdurable
en el tiempo. Podrás tener atisbos de felicidad, pero serán de muy corta
duración hasta que decidas traer a la luz tu sombra y enfrentar tus miedos de
manera amorosa y compasiva contigo mismo.
No hay cura sin transformación, es lo que llamo en mi
libro transmutar la depresión. Porque lo que se enferma es el alma y no el
cuerpo. Este solo nos muestra los síntomas para que emprendamos una acción. Así
que de nada sirve callar el mal-estar
o el dolor con los medicamentos, si no atendemos el grito desesperado a través
del cual se está manifestando nuestra alma, invitándonos a que tomemos
consciencia, a que dejemos de escuchar solo la voz de nuestro ego y nos hagamos
responsables de nuestra condición en el momento presente, en el aquí y el
ahora, permitiendo que la transformación
se dé. Sin buscar culpables en el pasado, ni esperar por una solución mágica en
el futuro. La magia existe, pero solo si somos cocreadores de ella junto con el
universo.
Hacerte responsable
implica enriquecer tu vida con nuevos hábitos y deshacerte de aquellos que ya
no te resultan útiles. Es elegir conductas nuevas en lugar de apegarte a las
conductas viejas, que la mayoría de las veces aunque sea de forma inconsciente,
sabemos que ya no funcionan, pero nos mantenemos anclados a ellas porque nos
hacen sentir seguros. Es elegir vivir la vida tal como se presenta, con todos
los retos y el compromiso que tal elección puede implicar.
Está en tus manos convertirte en el artífice de tu
sanación. Es hora de que dejes de ser una víctima de las circunstancias. Aunque
decidas buscar ayuda externa, será tu actitud ante la vida y la forma cómo
decidas asumir tu condición de salud, lo que te permitirá de una buena vez y
para siempre devolverle el sentido a tu vida.
¡Vamos! tú puedes dejar
atrás ese sufrimiento, recuperar la ilusión por vivir. Solo tienes que elegir
hacerlo para que empieces a ver el cambio manifestándose en tu vida. ¡Date el
permiso de ser feliz!
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