9 de noviembre de 2013

LA SALUD ES UNA ELECCIÓN

Si eres una de las millones de personas que en el mundo padecen o han padecido de depresión o alguien cercano a ti ha pasado por ella, entenderás cuando te digo que la depresión puede ser como estar al borde de un abismo. Pero estar al borde del abismo no es razón para que caigas en él. Extraigo un párrafo de mi libro Sanar es una Elección para ilustrar esta idea y mostrarte  que es posible salir de allí:

Imagina que estás al borde de un precipicio y que miras hacia abajo, el temor a lo desconocido y el vértigo invaden tu estómago. Sientes escalofríos por todo tu cuerpo, tus manos sudan copiosamente, es como si el abismo te empujase hacia él. Ahora imagina que, sin dar un solo paso, solamente girando sobre ti mismo, logras colocarte de espalda al precipicio, ¿qué ves? Ya no hay riesgo, el peligro se fue y tus temores con él, sientes como el sol te da en la cara, respiras profundo, sientes la brisa del lugar, el olor de la naturaleza, ¡y lo único que hiciste fue girar tu cuerpo! Si ahora das un paso hacia adelante, te estarás alejando del abismo y por supuesto de la oscuridad que te mantenía atrapado. Lo mismo ocurre con la depresión, si reflexionas sobre qué elementos fueron necesarios para salir de la situación que te acabo de describir, te darás cuenta de que principalmente fueron dos: ¡Decisión y acción!
Cuando estamos deprimidos, buscamos desesperadamente una tabla de salvación, y muchas veces creemos que la única solución está en los fármacos y/o drogas antidepresivas. Pero te tengo una  noticia, los medicamentos ayudan, pero no sanan. No importa cuántos médicos visites, ni cuántas pastillas tomes, si tu sanación no empieza con un proceso de transformación de adentro hacia afuera, si no haces la tarea para sanar, nunca verás un cambio definitivo y perdurable en el tiempo. Podrás tener atisbos de felicidad, pero serán de muy corta duración hasta que decidas traer a la luz tu sombra y enfrentar tus miedos de manera amorosa y compasiva contigo mismo.

No hay cura sin transformación, es lo que llamo en mi libro transmutar la depresión. Porque lo que se enferma es el alma y no el cuerpo. Este solo nos muestra los síntomas para que emprendamos una acción. Así que de nada sirve callar el mal-estar o el dolor con los medicamentos, si no atendemos el grito desesperado a través del cual se está manifestando nuestra alma, invitándonos a que tomemos consciencia, a que dejemos de escuchar solo la voz de nuestro ego y nos hagamos responsables de nuestra condición en el momento presente, en el aquí y el ahora,  permitiendo que la transformación se dé. Sin buscar culpables en el pasado, ni esperar por una solución mágica en el futuro. La magia existe, pero solo si somos cocreadores de ella junto con el universo.
Hacerte responsable implica enriquecer tu vida con nuevos hábitos y deshacerte de aquellos que ya no te resultan útiles. Es elegir conductas nuevas en lugar de apegarte a las conductas viejas, que la mayoría de las veces aunque sea de forma inconsciente, sabemos que ya no funcionan, pero nos mantenemos anclados a ellas porque nos hacen sentir seguros. Es elegir vivir la vida tal como se presenta, con todos los retos y el compromiso que tal elección puede implicar.

Está en tus manos convertirte en el artífice de tu sanación. Es hora de que dejes de ser una víctima de las circunstancias. Aunque decidas buscar ayuda externa, será tu actitud ante la vida y la forma cómo decidas asumir tu condición de salud, lo que te permitirá de una buena vez y para siempre devolverle el sentido a tu vida.
¡Vamos! tú puedes dejar atrás ese sufrimiento, recuperar la ilusión por vivir. Solo tienes que elegir hacerlo para que empieces a ver el cambio manifestándose en tu vida. ¡Date el permiso de ser feliz!

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